Por:  Paco Gómez Nadal / Varias fuentes | Otramerica.com

lunes 28 de enero de 2013

Mucha foto oficial, mucho brindis al sol y una carta épica de Chávez a la cumbre. Nada más… ¿seguro? La cumbre entre la CELAC y la UE ha decepcionado a los que esperaban algo. Otros piensan que los negocios se han cocinado a espaldas de la opinión pública.

Acá no nos unimos sólo por Bolívar o por Martí: nos está empujando el susto, la necesidad de defendernos (…) estamos empezando a ser patronos de nosotros mismos“. José Mugica

Nada se suele esperar de las cumbre oficiales, además de declaraciones grandilocuentes, sonrisas impostadas, abrazos de protocolo y declaraciones negociadas en las que casi nada se dice.

La esperada cumbre entre la nueva Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la primera netamente conformada por 33 países del Sur, y la Unión Europea ha sido decepcionante.

La declaración final vuelve a reiterar el sainete de la “seguridad jurídica” para los inversionistas extranjeros en los países de la CELAC, aunque también considera “vital” que los inversores cumplan con el derecho nacional e internacional, „en particular, entre otros asuntos, sobre fiscalidad, transparencia, protección del medioambiente, seguridad social y trabajo“.

Todo tan evidente que parecería innecesario gastar miles de dólares en reunir a 60 jefes de Estado con sus equipos técnicos, aparato de seguridad y protocolo varios.

Eso parece opinar el canciller cubano, Bruno Rodríguez, que denunció que en “esta cumbre lo único que se sabe es lo que dijeron el presidente del Consejo Europeo, el presidente de la Comisión Europea y el presidente de la República de Chile en la apertura y en la clausura’”. Nada más… ¿seguro?

No piensa eso Rodríguez, que se quejó de que “ha sido un cumbre realizada casi en secreto”. Mientras, el presidente de Bolivia, Evo Morales, visiblemente molesto, ha calificado el evento de “una reunión de sordos. Cuando hay debates sobre políticas económicas, sobre la crisis financiera, debe ser de cara al pueblo, debe ser bajo el control de los movimientos sociales”. En desacuerdo con incluir el tema de la seguridad jurídica en la declaración, un asunto clave en el viejo conocido como Consenso de Washington, recordó que “necesitamos socios y no dueños que vengan a saquear nuestros recursos naturales”.

Por si faltaba algo, Evo Morales le recordó al gobierno de Chile que hay un asunto pendiente: “Así como Estados Unidos devolvió el Canal a Panamá, Chile debe devolver el mar a Bolivia e Inglaterra y las Islas Malvinas a Argentina”. Alfredo Moreno, ministro de Asuntos Exteriores de Chile ha respondido hoy: “No hay países que regalen su territorio”. O sea: nada que hablar al respecto.

Tampoco ha tenido espacio en las crónicas ‚oficiales‘ de la cumbre el dicurso de José Mujica, el presidente de Uruguay, quien recordó que la CELAC supone una situación inédita en la que personas que tienen muchas diferencias se dan cuenta de que hay que caminar juntos. También alertó sobre los cambios en la fuerza productiva y en la tecnología y eso „cambiará la cultura“. „Acá no nos unimos sólo por Bolívar o por Martí: nos está empujando el susto, la necesidad de defendernos. (…) Para ser fuertes nos tenemos que juntar…“.

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El presidente de Chile, Sebastián Piñera, también al frente de CELAC el último año, estaba feliz en la Cumbre.  En la clausura insistió en que sólo el comercio nos redimirá de la pobreza y ejerció de anfitrión orgulloso que le restregaba a sus homólogos europeos la bonanza económica de la región frente a la debacle del viejo continente.

De allá llegaron algunos pesos pesados, que no dudaron de mostrar su irrespeto por los países de la CELAC. El gesto más evidente fue el de la canciller alemana, Angela Merkel, que se negó a saludar al presidente de Cuba, Raúl Castro. No se confundió de presidente, como le pasó el día anterior al español Mariano Rajoy cuando se refirió a Perú como a Cuba. Un enredo que sólo ocurre por estos predios.

Cuba, precisamente, ha tomado el testigo de Chile en la presidencia de la CELAC y eso puede suponer un cambio radical de estilo. El ensayista Andrés Mora Ramírez asegura en un artículo que “se trata de un acto de justicia a su más de medio siglo de lucha por la independencia, la autodeterminación y la posibilidad de ensayar rumbos alternativos, y por su persistente resistencia en ese Caribe que el intelectual dominicano Juan Bosch llamó, con acierto, la frontera imperial”.

La realidad es que, a pesar del triunfalismo nuestraamericano de la carta enviada por el presidente venezolano, Hugo Chávez, CELAC está en plena conformación y definición. Son evidentes las tensiones entre los países más progresistas y soberanistas y los más conservadores y alineados con Estados Unidos (la mayoría integrados en el conocido como Acuerdo del Pacífico y en los que la Unión Europea centra su interés). De cómo se resuelvan y del camino que tome esta comunidad de integración dependerá el futuro de la región. La Cumbre de los Pueblos, alternativa a la de jefes de Estado, ha pedido a la CELAC que apueste por un camino inédito: el de la democracia participativa, la autodeterminación de los pueblos y, en el tema económico, el de la apuesta “por acuerdos comerciales pero regidos por la reciprocidad, complementariedad y solidaridad enfatizando los acuerdos Sur-Sur la cooperación y la complementación económica, tratando de evitar la reproducción del esquema centro-periferia”.