Por: Equipo Otramerica.com

México

domingo 05 de agosto de 2012 Debe ser que se muere como se vive. Chavela Vargas ha muerto en México después de un agotador viaje a sus 93 años para rendir homenaje al poeta García Lorca en la mítica Residencia de Estudiantes de Madrid. La música y el espíritu pierden a una mesoamericana universal. Se ha muerto una época.

 

María Isabela Anita Carmen de Jesús. Como su nombre, casi todo en Chavela cambió gracias, o en México. Chavela fue registrada con ese larguísimo y católico nombre donde nació, en San Joaquín de Flores (Costa Rica). Pero la provinciana y limitada Costa Rica de 1919 no estaba preparada para este espíritu y Chavela huyó de un entorno pequeño, de pobreza, homófono.

En  México encontró su sitio y de México se sentía. Allí llegó con 17 años (o a los 14, no está claro) y conoció la vida dura y el cantar de cantina en cantina hasta que a los 30 años conoció a José Alfredo Jiménez. Tanto fue mexicana que cortó los lazos con su país de origen y hasta el día antes de su muerte, cuando dio instrucciones de que si llamaba alguien de Costa Rica preguntando por su salud, no se dieran detalles.

María Cortina, biógrafa de la cantante, ya había informado el sábado de que Chavela “se está preparando para morir”. Lo hacía en un hospital de Cuernavaca tras 9 días ingresada con bronconeumonía poco después de regresar de España, donde también pasó varios días ingresada por fatiga y una afección cardíaca justo después del recital que dio con 93 años junto a Miguel Poveda y Martirio en la Residencia de Estudiantes. Allí presentó además su último disco, lanzado en abril de este mismo año. En Luna Grande canta poemas de García Lorca, las últimas letras que le han acompañado.

El director de cine Pedro Almodovar definía así a el diario El País como sentía ahora a Chavela, poco antes de ese último concierto: “Siento muchas cosas con Chavela , pero por encima de todo me transmite un dolor cómplice. Tenemos complicidad en el dolor. Representa como nadie, quizás también como Édith Piaf, el abandono del amor y la oscuridad. Me estremece cuando la oigo cantar. Pero la Chavela que hoy vamos a ver no es la desgarrada ni la del alcohol. Ahora está más plena que nunca, ya no necesita ni cantar. Ahora nos hace llorar por otras razones. Me impresiona su serenidad. Chavela está disfrutando de estar aquí, en la vida, pero también de estar al otro lado”.

Largo recorrido

Chavela Vargas tuvo así una intensa carrera con varias fases. En la edad madura, tras retirarse durante más de una década, volvió a los escenarios y a la fama. Desde su regreso en 1991 y potenciada por las películas de Pedro Almodóvar, su voz se hizo imprescindible en Europa y su figura alcanzó tintes míticos. En 2009, se le rindió un homenaje en México con motivo de sus 90 años al que asistieron la mayoría de sus amigos-familia artística.

Ella se anamoró del „México de antes“. El de ahora lo consideraba dormido. Abandonó hace tiempo Ciudad de México para vivir en Tepoztlán, cerca de los espíritus y las energías que la mantenían vibrante. En una larga entrevista concedida a Letras Libres en México, hace ya casi una década se definía „como una vieja loca que ama su tierra, que ama México, que ama lo hermoso, que ama la verdad. ¿Que soy un ser medio raro? Sí. Creo que estoy bastante loca, pero hay locos lindos y locos desgraciados, y yo soy de los bonitos. Estoy muy orgullosa, he llevado un mensaje de México por el mundo, y muchos mexicanos de verdad, nacidos ahí, no lo hacen“. Ahí mismo defendía a México como el macho de América y a España como la hembra de Europa. „Señora España, qué tarde te conocí. Si no estuviera casada me enamoraba de ti“, recuerda haber pensado en su romance de madurez con el país europeo.

Lesbiana reconocida, tequilera y coprotagonista de unos años indescriptibles en ciudad de México. Compañera de casa y conversa de Diego Rivera y Frida Kahlo, la colonia Coyoacán, las interminables noches de parranda y sueños. María Cortina, en una entrevista publicada en Babab en 2004 le preguntaba por esos momentos. „Esos tiempos son parte de mí, parte de lo que hoy soy. Fueron días de mucha pachanga, de momentos divinos. ¿Te imaginas cómo era cuando nos juntábamos José Alfredo, Álvaro Carrillo y yo y después de horas de tequilas nacía una canción sobre la barra de una cantina? Así se escribieron muchas canciones, verdaderos poemas. Sobre la barra de una cantina. Fue una época intensa, viva. Pero al cabo del tiempo, también muy dura. Hasta que se me apareció un día el diablo“.

Pero ella aguantó todo y no se fue hasta demostrar que la libertad y la canción se encuentran en el alma. En la entrevista de Letras Libreslo explicaba así: „Eso es lo que yo siento, eso es lo que no me deja morir hasta que la gente sepa que mi canto no es canto, que es algo más allá del dolor, más allá de la angustia, más allá del saber, más allá de todo, del arte en sí mismo. Estoy brincando cosas prohibidas, yo lo sé. Pero no me puedo ir hasta que consolide esto, hasta que lleve un mensaje directo a las almas de que yo no canto, de que estoy haciendo una cosa fuera de este mundo. Mucho atrevimiento, pero amo todo esto. Lo amo“.

Ahora, de vuelta a la tierra, Chavela tendrá que cumplir con la promesa que le hizo al escritor catalán Manuel Vázquez Montalbán, quien le pidió que cuando se encontraran „en el trastero del mundo“ le explicara qué hizo de aquél olor a mujer, a mango y a caña nueva de Macorina.